Prólogo
por Rodolfo Rueda Ballesteros
La visión compartida: arte, energía y hermandad entre naciones.
En el cruce de caminos entre la creación artística y el entendimiento entre pueblos, la obra del maestro Fernando Andriacci emerge como un puente vibrante que une a México y Estados Unidos más allá de sus fronteras físicas. Este libro no solo captura la riqueza visual del legado oaxaqueño que Andriacci ha convertido en lenguaje universal, sino que también documenta un gesto profundo de fraternidad binacional. En sus esculturas monumentales y murales, plasmadas en estas páginas, late el espíritu de una historia compartida, de raíces que se entrelazan entre la tradición mesoamericana y la modernidad del continente.
En tiempos donde el arte tiene el poder de abrir caminos allí donde la política o la economía enfrentan desafíos, Andriacci ofrece un diálogo sincero entre culturas. Sus animales fantásticos, símbolos ancestrales y escenas rurales no solo celebran la identidad mexicana, sino que también resuenan con valores profundamente arraigados en el pueblo estadounidense: libertad, esfuerzo, comunidad. Esta resonancia adquiere un significado particular en Houston, ciudad que ha acogido con entusiasmo su obra y que se ha consolidado como un referente global en materia energética. Desde esta capital de innovación, donde el petróleo, el gas y la transición energética definen el porvenir, el arte de Andriacci encuentra un nuevo hogar y una nueva audiencia, reforzando el poder del intercambio cultural como catalizador de alianzas duraderas.
Pero más allá de los vínculos económicos y políticos, hay un valor que atraviesa toda su obra: la familia. En cada trazo, en cada criatura fantástica, hay una celebración de la niñez, de la imaginación desbordante y del amor que se cultiva en casa. Como esposo de Fer y padre de Nico, Cami y Mica, encuentro en estas imágenes un eco del mundo que deseo para ellos: uno lleno de color, de identidad, de respeto por nuestras raíces y de lazos genuinos entre culturas. Este libro es también un recordatorio de que el arte educa, inspira y siembra —y que es en la infancia donde florece el futuro de nuestras naciones.
Así, este volumen no solo rinde homenaje a la obra de un gran artista, sino también a la posibilidad de un mañana compartido, forjado en el respeto, la creatividad y la esperanza. A través de sus colores intensos, sus formas oníricas y los relatos visuales que Fernando nos comparte, descubrimos que entre México y Estados Unidos hay mucho más que una frontera: hay un horizonte común de entendimiento, energía y hermandad.